De satisfactorio no tiene mucho, quizá sentir el sabor de la parte posterior de la úvula, nada más. En absoluto.
¿Y eso qué sentido tiene? Ninguno, claro está.
La úvula es ese inútil trozo colgante de membrana que pende bien al fondo de la boca y que vemos vibrar en los dibujos animados cuando algún personaje grita desaforado, es aquello que llamamos la campana.
Sin embargo y pese a la inutilidad y posible complicación respiratoria, y por consiguiente muerte u hospitalización, que pueda generar este acto ridículo; si se pretende, puede hacerse llegar la lengua hasta la parte más trasera de la boca misma, sin llegar a las amígdalas, que eso ya es agua de otro cántaro. Todo consiste en un poco de persistencia, disciplina y fluidez bucal.

La labor es sencilla pero gradual, he aquí el primer paso: parta de lo sencillo, sitúe la punta de la lengua en la parte posterior de los dientes incisivos, o sea, los de bien adelante, luego de ello empiece a recorrer con la lengua el paladar, dirigiéndola hacia la parte posterior de la boca. Aquí surge la primera disociación de practicantes del primordial acto de posar la lengua tras la campana. Es posible que al llegar atrás, lo más profundo que pueda, usted encuentre solamente una superficie rígida, como el techo duro de la boca, el paladar duro. Este es el primer tipo de practicante, incompetente y mal formado desde la cuna o el útero, pero no por ello segregable, aquellos que con su lengua solo alcanzan hasta el paladar duro. Otros, quizá la mayoría, probablemente alcancen a sentir la parte blanda y acolchonada que se ubica luego de este, el paladar blando.
Si usted es de los primeros, no se acongoje por cargar con una malformación congénita. Por el contrario, llénese de ímpetu y empiece a estirar la lengua hacia atrás hasta sentir la parte blanda (cabe decir, que para deslizar la lengua hacia atrás, no es necesario echar la cabeza sobre la espalda como un pichón de urraca que es alimentado por su madre). No lo vea como un reto imposible o inverosímil, no se rinda, es tal como practicar un cunnilingus en reversa y sobre una cavidad propia.
Ahora bien si usted siente ya, la parte blanda del paladar, prepárese para lograr uno de los más grandiosos logros sobrehumanos conseguidos en la historia del tiempo y los fenómenos humanoides. Ubique la punta de la lengua lo más atrás que pueda, en el sitio más recóndito que su morfología bucal le permita. Teniéndola allí cierre los labios, tenga en cuenta que los labios abiertos vertical o transversalmente le van a impedir el paso siguiente.
Paso segundo: teniendo allí atrás la lengua y los labios cerrados simule una succión bucal pero sin abrir la boca, tal como si tuviera un pitillo entre las fauces y quisiera chupar todo lo que al otro costado se encuentra, como si se hubiera atascado un trozo de carne mientras succiona su gaseosa o como si quisiera extraer del tanque de otro auto, el remanente de gasolina para derramarlo en su tanque propio. Succione sin abrir los labios, creando un vacío en la boca y con la lengua bien profunda, notará que la campana o úvula empezará a avanzar progresivamente hasta posarse ella misma casi como por obra divina, delante o encima de la lengua.
Es aquí donde puede usted sentir la primera convulsión de vómito, si ha comido recientemente y está en el lugar adecuado para hacer el espectáculo del vómito espontáneo, déjelo escapar, será para todos una sorprendente muestra de su versatilidad y donaire. De no ser así, siga succionando hasta que note que la campana ya no avanza más sobre la lengua y está generando un ronquido vacío, sordo y preocupante: sí, está extrayendo el aire que tiene almacenado en la laringe, y de seguir succionando podría extraer sin quererlo un alveolo, una arteria pulmonar o la vejiga en un caso extremo, es el momento de detener el segundo paso, luego de esto viene la posible complicación respiratoria.
El paso tercero y final, consiste en dar un último impulso con el músculo lingual y hacer resbalar la punta de la lengua un poco más profundo donde ya sentirá un tejido baboso y probablemente amargo o salado que es la parte posterior del velo palatino. Un poco más atrás encontrará, si su longitud lingual (o lingüística) le da licencia, las amígdalas, con llegar a ese punto, está garantizada, la efectividad inmediata del efecto de vomitar sobre otros sin mayor esfuerzo. La tarea está cumplida. De aquí en adelante la práctica es lo único que puede desenvolver el efecto con mayor fluidez. Dedíquele tiempo y constancia, dos o tres horas de práctica diaria sentado sobre el borde de la cama pueden ser suficientes para empezar en ello.
Mayo de 2010