Algunos preceptos;
Hay tantas muertes como vivos hay sobre la tierra.
Es evidente que una sola muerte cuyo paradigma se ve a la derecha, no da abasto para acarrear con la inmensa labor de correr de un lado a otro del planeta cercenando cabezas con la oxidada hoz, soplando aires funestos sobre los desahuciados, o posándose silenciosa junto a la puerta de aquellos cuyo fin está cerca para esperar el momento preciso en que ha de lanzar el zarpazo. De ser así, ¿qué pasaría cuando dos infelices tienen que morir a la vez? La Moira no puede estar en dos lugares al mismo tiempo.
Es evidente que una sola muerte cuyo paradigma se ve a la derecha, no da abasto para acarrear con la inmensa labor de correr de un lado a otro del planeta cercenando cabezas con la oxidada hoz, soplando aires funestos sobre los desahuciados, o posándose silenciosa junto a la puerta de aquellos cuyo fin está cerca para esperar el momento preciso en que ha de lanzar el zarpazo. De ser así, ¿qué pasaría cuando dos infelices tienen que morir a la vez? La Moira no puede estar en dos lugares al mismo tiempo.
Ó creemos en la física y la ciencia espacio-temporal, ó creemos en las ridiculeces omnipresentes que se inventaron los cristianos muertos del miedo en la edad media. Doy más crédito a la primera, así que si alguien agoniza y alguien está siendo fusilado simultáneamente, recurrimos a la premisa científica de que:
"Un cuerpo no puede estar en dos espacios al mismo tiempo sin fragmentarse”
"Un cuerpo no puede estar en dos espacios al mismo tiempo sin fragmentarse”

¿O, acaso por qué los desgraciados que agonizan en la podredumbre de su habitación húmeda, oscura y maloliente nunca ven la dichosa luz blanca?
…Y patalean y rasguñan con dientes y garras los repugnantes mortales tanto, que las miles de pequeñas muertecitas, perecerían en la batalla y el negocio de la vida y la muerte se convertiría en un gasto innecesario de pequeñas muertes y un inmenso cúmulo de hombres rabiosos, enfermos y sanguinolentos (además de inmortales) que tratarían sin cesar de matarse unos a otros infructuosamente, pudriéndose sobre la tierra y derramando sangre y vísceras que causarían en el mundo entero un hedor insoportable para la existencia, inclusive de las pequeñas muertecitas.
Para evitar tal catástrofe cósmica, se emplea un mejor esquema mortal, que consiste en millones y millones de muertes completas, que aguardan en una inmensa sala de espera hasta que llega el momento de salir en busca de una víctima determinada para cegar su vida y luego de ello, disfrutar de la vida eterna.
Es un sencillo proceso cíclico e infalible en que cada persona que muere, tiene que encargarse de matar a uno más, tal como un servicio social que se presta al universo, antes de ir a vagar por el mundo y por el tiempo haciendo de las suyas como fantasma o alma en pena. Cada infeliz mortal cuando muere, va directamente a reemplazar a la muerte que lo ha matado y se sienta a esperar cuál será el mortal cuya vida le corresponde cegar.
Tenemos pues, que hay millares de muertos aguardando ansiosamente que el mundo en decadencia estalle en guerras y pandemias, para ser enviadas con prontitud a cumplir con su defunción designada, salir de allí y lanzarse por fin a la concupiscencia de los muertos.

Tal como el espacio terrenal es finito, el espacio de los muertos lo es también, y la inmensa plaga de humanos matándose y matándose genera un hacinamiento de muertos en aquella sala, que se hace más y más crítico a medida que más y más muertos envía allí el putrefacto mundo humano, y haciendo honor a su pasado y su instinto, las muertes allí tratan de matarse unas a otras para desocupar espacio y moverse con libertad, o para hacerse a una buena silla, pues no saben cuánto tiempo han de esperar allí.

...Se exhorta a los vivos, a entrenarse en las técnicas del asesinato, para estar capacitados a la hora de llegar al panteón de la espera fatal, con el fin de salir pronto de allí, y disfrutar de las verdaderas delicias de la muerte.
Mayo de 2011
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