viernes, 8 de julio de 2011

Difusas e infundadas concepciones sobre la muerte. (El panteón de la espera fatal)

Algunos preceptos;

Hay tantas muertes como vivos hay sobre la tierra.
Es evidente que una sola muerte cuyo paradigma se ve a la derecha, no da abasto para acarrear con la inmensa labor de correr de un lado a otro del planeta cercenando cabezas con la oxidada hoz, soplando aires funestos sobre los desahuciados, o posándose silenciosa junto a la puerta de aquellos cuyo fin está cerca para esperar el momento preciso en que ha de lanzar el zarpazo. De ser así, ¿qué pasaría cuando dos infelices tienen que morir a la vez?
La Moira no puede estar en dos lugares al mismo tiempo.

Ó creemos en la física y la ciencia espacio-temporal, ó creemos en las ridiculeces omnipresentes que se inventaron los cristianos muertos del miedo en la edad media. Doy más crédito a la primera, así que si alguien agoniza y alguien está siendo fusilado simultáneamente, recurrimos a la premisa científica de que:
"Un cuerpo no puede estar en dos espacios al mismo tiempo sin fragmentarse”

Entonces, la muerte no puede posarse en dos cabeceras sin bipartirse o en tres sin tripartirse. 

Para poder estar en varios lugares, la muerte tendría que dividirse en millones de muertecitas pequeñísimas, pero en tal caso, esas pequeñas muertes no serían lo suficientemente grandes y fuertes para combatir con los vivos que, bien sea dicho, cuando agonizan los muy miserables, se aferran a la vida como si fuese un tesoro, luego de años de haberla vilipendiado; en vez de liberar músculos, esfínteres y cargos de conciencia para entregarse al viaje aquel del que tanto hablan y nadie ha podido describir mejor, que con un insulso y manido túnel con una luz al fondo, que sabemos claramente que es la luz de la lamparita en el quirófano, mezclada con el efecto narcótico de la anestesia, la adrenalina, o la misma droga de baja calidad que malamente han ingerido desaforados en alguna cloaca urbana para llegar hasta allí.
¿O, acaso por qué los desgraciados que agonizan en la podredumbre de su habitación húmeda, oscura y maloliente nunca ven la dichosa luz blanca?


…Y patalean y rasguñan con dientes y garras los repugnantes mortales tanto, que las miles de pequeñas muertecitas, perecerían en la batalla y el negocio de la vida y la muerte se convertiría en un gasto innecesario de pequeñas muertes y un inmenso cúmulo de hombres rabiosos, enfermos y sanguinolentos (además de inmortales) que tratarían sin cesar de matarse unos a otros infructuosamente, pudriéndose sobre la tierra y derramando sangre y vísceras que causarían en el mundo entero un hedor insoportable para la existencia, inclusive de las pequeñas muertecitas.
Para evitar tal catástrofe cósmica, se emplea un mejor esquema mortal, que consiste en millones y millones de muertes completas, que aguardan en una inmensa sala de espera hasta que llega el momento de salir en busca de una víctima determinada para cegar su vida y luego de ello, disfrutar de la vida eterna.
Es un sencillo proceso cíclico e infalible en que cada persona que muere, tiene que encargarse de matar a uno más, tal como un servicio social que se presta al universo, antes de ir a vagar por el mundo y por el tiempo haciendo de las suyas como fantasma o alma en pena.  Cada infeliz mortal cuando muere, va directamente a reemplazar a la muerte que lo ha matado y se sienta a esperar cuál será el mortal cuya vida le corresponde cegar.

Tenemos pues, que hay millares de muertos aguardando ansiosamente que el mundo en decadencia estalle en guerras y pandemias, para ser enviadas con prontitud a cumplir con su defunción designada, salir de allí y lanzarse por fin a la concupiscencia de los muertos.



Cada muerte, claro está, mata en su especialidad, dado que los infames hombres se matan tanto, que cada uno conoce a precisión al menos una o dos formas de matar a sus congéneres. Esto hace, por consecuencia, que aquellos que conocen más formas de matar, sean aquellos que antes salgan a disfrutar las delicias de la eternidad, y aquellos que adolecen de experiencia en las artes matatorias tarden larguísimos períodos esperando el momento de salir de allí.
Tal como el espacio terrenal es finito, el espacio de los muertos lo es también, y la inmensa plaga de humanos matándose y matándose genera un hacinamiento de muertos en aquella sala, que se hace más y más crítico a medida que más y más muertos envía allí el putrefacto mundo humano, y haciendo honor a su pasado y su instinto, las muertes allí tratan de matarse unas a otras para desocupar espacio y moverse con libertad, o para hacerse a una buena silla, pues no saben cuánto tiempo han de esperar allí.


De unos siglos para acá, las cosas han estado muy difíciles para los muertos que van al panteón de la espera fatal: los mejores asesinos o los más conocedores de las técnicas de matar gentes, salen más rápido de allí; pero aquellos que no saben, mutilar, acuchillar, envenenar, degollar, ahorcar, asfixiar o alguna técnica que se les asemeje, tardarán décadas o siglos esperando en aquella sala llena de muertos, que además de todo (por su misma condición de muertos) son feos.


 ...Se exhorta a los vivos, a entrenarse en las técnicas del asesinato, para estar capacitados a la hora de llegar al panteón de la espera fatal, con el fin de salir pronto de allí, y disfrutar de las verdaderas delicias de la muerte.








Mayo de 2011

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