A Roland Jeangros.
El sueño había sido recurrente. Cada vez que cerraba los ojos regresaban las mismas imágenes vívidas: Se levantaba de la silla de madera y miraba el entorno. La camisa de cuadros bien metida dentro del pantalón de pana marrón, salía de aquel lugar dejando atrás el arrume de discos de acetato que se perdía hacia el techo infinito de su sueño. Caminaba sobre el piso de tierra anaranjada mirando como todo se movía a su alrededor, las cabezas pequeñas que pasaban inquietas incluso por entre sus piernas, para alejarse tras de sí revueltas en remolinos de colores. El sol atrevido de la media mañana se juntaba con un alborotado viento que incluso en su sueño podía sentir sobre la piel. Al costado izquierdo del sendero, un lago con cisnes de cuello largo le recordaban los sonidos de Chaikovski. Cuando llegaba a la grama verde de la cancha de fútbol, se detenía para ver la pelota brincar y luego sumergirse de nuevo perseguida por varios pequeños de pantaloneta azul y ojos brillantes. Subía la ladera mirando la montaña que era magnífica y serena como él. A cada paso en ascenso, veía búfalos pastando y pájaros inmensos que sobrevolaban casi a la altura de su pelo cano.
Al llegar arriba, respiraba y levantaba la frente hacia un edificio blanco y alto, con tres puertas rojas y tres balcones. Entonces, asomaba la cabeza por la primera puerta, y veía un centenar de girasoles sentados en pupitres de madera, mirando cuidadosos una pared negra con dibujos en tiza de color. Y desde allí empezaba a descender en su camino de regreso, pasando por la torre de la campana hasta volver al punto de partida donde se sentaba satisfecho.
Publicado en la revista literaria El Campanario
Noviembre de 2016
Cine, narrativas, ficciones, relatos, y otras oscuras putrefacciones de la imaginación.
lunes, 5 de diciembre de 2016
miércoles, 2 de marzo de 2016
El Cabello de Berenice
Berenice es una mujer que tiene el cabello ondulado, largo y claro.
Muy claro. Muy muy claro. Exageradamente claro. Tan claro que es casi blanco. De hecho Berenice tiene el cabello blanco.
No, el cabello de Berenice es aún mas claro. Más claro que el blanco. Es transparente. Incluso es más claro que el transparente, porque el transparente como el cristal, refleja algunos visos con la luz de la tarde. El cabello de Berenice es todavía más claro. Es invisible.
Algunas personas que la ven por la calle creen que es calva, y se ríen a lo lejos. Pero a Berenice no le importa y continúa con su andar acompasado, que hace que los invisibles mechones se ondeen caprichosos al viento con cada paso.
Muy claro. Muy muy claro. Exageradamente claro. Tan claro que es casi blanco. De hecho Berenice tiene el cabello blanco.
No, el cabello de Berenice es aún mas claro. Más claro que el blanco. Es transparente. Incluso es más claro que el transparente, porque el transparente como el cristal, refleja algunos visos con la luz de la tarde. El cabello de Berenice es todavía más claro. Es invisible.
Algunas personas que la ven por la calle creen que es calva, y se ríen a lo lejos. Pero a Berenice no le importa y continúa con su andar acompasado, que hace que los invisibles mechones se ondeen caprichosos al viento con cada paso.
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