miércoles, 26 de diciembre de 2012

Apocalipsis Fílmico. “El Paseo 2”




Hoy, 25 de diciembre, en valiente acto de inmolación, me lancé a la sala de cine y compré boletos para ver “El Paseo 2”, la última película de Dago García producciones, dirigida por nuestro célebre Harold Trompetero (a quien, dicho sea desde el principio, admiro y considero un director audaz y un simpático compañero de clases). Asistí pues, a una secuela desvergonzada de la  primera versión de “El Paseo” estrenada en diciembre de 2010.

Lo que presencié hoy fue un descalabro fílmico profundamente desafortunado para todos sus participantes visibles, “El Paseo 2” no es más que una seguidilla de fragmentos inconexos, ligados por transiciones genéricas, y sin una línea narrativa existente. Algo así como una revista de Condorito, sólo que en la revista hallamos la dosis de humor que Trompetero y Dago no lograron inyectar en su película. Incautamente creía yo, que “El Paseo 1” era el cúlmen de la infamia fílmica de este pueblo. Me volví a equivocar, “El Paseo 2” la supera exponencialmente (quizá es una fórmula filmico-matemática en que el número de la cinta, significa la potencia inversa a la que se eleva su calidad narrativa).

Ni Dago ni Trompetero, ni Julio César Herrera se salvaron. Nadie escapó, ni siquiera Bomba Estéreo (la banda sonora) con su sabor atlántico y su creciente éxito, se pudo esconder de la catástrofe cinematográfica que hoy se estrenó con bombos y serpentinas en todas las salas del país. Trompetero hizo esta vez, un filme que no pude catalogar más que como “perezoso”: Una propuesta sin ganas de mucho, sin alguna exploración visual, sin un intento notable de mostrarse interesante (y no hablo desde la exigencia de una trama profunda, hablo de la mera forma de hacer un cine narrativamente limpio). Es válido hacer cine ligero, (léase el artículo “Seminario de cine frívolo” de este mismo autor), lo que no es aceptable, es hacerlo sin ganas y conformarse con un resultado elemental.

Sin ser un profundo conocedor de la obra de Jhon Leguízamo, me preocupa saber que el afamado actor que ondea sin ganas una minúscula bandera colombiana en Hollywood, es traído a esta tierra para crear esperpénticos trabajos sin relieve. Hagan el favor de dejarlo allá tranquilo, donde los directores sepan explotar su talento. 
Basta mencionar a Alvarito Rodríguez, un importante monumento del cine, que se muestra exquisito en “La gente de La Universal”, “La historia del baúl rosado” o “Todos tus muertos”, pero hoy se ve desdibujado por el nuevo film de fin de año, que para completar, incluye en su reparto al Pibe Valderrama encaramado en una chiva. No sabemos si viene a mostrar un histrionismo escondido, o a vender papas Margarita para ofrecer dividendos a Caracol Televisión.

No conozco el monto invertido en la producción (que por cierto no se preocupa en maquillar con la mínima delicadeza la pauta publicitaria de un sinnúmero de hoteles, bares y casinos, que se muestra de manera descarada a lo largo del film); pero me atrevo a pensar que "el paseo" fue más bien para Dago y sus amigos, que compraron algunas cervezas y se las bebieron sosegados junto al mar cartagenero, mientras Trompetero armaba planimetría, diálogos y plan de rodaje sobre la marcha zarandeando en su mano un whisky “on de rocs”.

Al final de la película, un  texto reza sin recato : “Esta película fue realizada con los estímulos del FONDO PARA EL DESARROLLO CINEMATOGRÁFICO establecidos por la ley tal tal y tal…”, y yo me pregunto: ¿dónde está la transparencia de una entidad mixta que se ha caracterizado por el impulso a los mejores proyectos audiovisuales del país? ¡Ahora sí nos llevó el carajo!

Pero basta ya de maldiciones y burlas, no resulte éste siendo un exorcismo inspirador de mala fe en el cine colombiano. Que sea esto más bien, un inmenso baldado de agua helada para el público y la industria fílmica de nuestro país. El señor Dago García no tiene la culpa de querer tomarse unos aguardientes junto al mar, tampoco Harold Trompetero de haber olvidado el guion en su casa, ni Caracol de querer hacer una inmensa pauta publicitaria de noventa minutos, esos son sus trabajos a fin de cuentas. La culpa es nuestra por asistir como borregos cegados a los cines. Mientras en Avenida Chile se proyectaba en sala semi-vacía “Las Mujeres del Sexto piso” una de las mejores películas del año; yo llegué confiado a ver “El Paseo 2” una hora antes de la función de 6:50, para descubrir con sorpresa y horror, que la boletería estaba agotada por completo y la fila para ver a Leguízamo en calzoncillos se perdía escaleras abajo. Compré entonces, boletos para las 8:50 y me senté a esperar con ansias el momento de ver la nueva obra del cine colombiano.

Para cuando salga “El Paseo 3” me llevaré una carpa, un sleeping, dos sánduches y acamparé junto a la taquilla la noche previa al estreno, no me vayan a quitar mi boleto esos trogloditas espectadores de nuestro adolorido cine nacional.


Nicolás Cuervo Rincón.